El 31 de diciembre es esa barrera psicológica que nos empuja a muchos a hacer un balance de los resultados obtenidos durante el año, y a plantearnos qué queremos mejorar para el año nuevo que comienza. En algunos de los casos, más de los que nos gustaría, este proceso queda en un mero wishful thinking y cuando agotamos el año y miramos hacia atrás nos damos cuenta de que la mayoría de las cosas que nos habíamos propuesto no han sucedido.
¿Cuál es el problema entonces? ¿Será que no me puse algo rojo en la nochevieja? ¿O la culpa será de que no recibí el nuevo año a la pata coja? ¿El año no se ha portado bien conmigo? La respuesta es muy sencilla: mientras responsabilicemos a los hados, supersticiones y otros aspectos de nuestro destino, vamos a seguir teniendo los mismos resultados. Solo cuando aceptemos nuestra responsabilidad y capacidad en hacer que las cosas pasen, vamos a empezar a aproximarnos a nuestros “propósitos”.
¿Qué hace falta para conseguir este cambio tan significativo? Principalmente 4 cosas:
Alfred Adler definía una vida equilibrada como aquella que se ocupaba de mantener alineadas las áreas más influyentes de nuestras vidas: nosotros mismos, área profesional, social, relaciones y la parte espiritual. Es importante diseñar objetivos de mejora para cada una de estas áreas, y cuando hablo de objetivos no me refiero a idas abstractas y poco precisas del tipo “ser mejor persona”, “ganar más dinero”, “tener más salud”. Estoy hablando de objetivos MARTE, es decir, que son medibles, alcanzables, relevantes – retadores, temporizados y específicos. Por ejemplo, “ser mejor persona” es difícil de conseguir principalmente porque es muy poco específico. En cambio, si pensamos en “ser capaz de sentirme alegre (sentir paz, tranquilidad y sensación de ser capaz de conseguirlo yo también) cada vez que algún compañero o empresa de la competencia consiga un éxito, empezando a trabajarlo el 2 de enero y habiendo conseguido ese hábito para finales de marzo”, nos aporta mucha más claridad de lo que queremos conseguir y aspectos más claros sobre los que centrarnos a la hora de trabajar ese aspecto de mejora.
Generalmente nos proponemos objetivos sin tener en cuenta qué necesitamos para poder conseguirlos y muchas veces con la sensación de incapacidad para abordarlos. Solo si reflexionamos, exploramos en nuestro interior y empezamos a conocernos de verdad podremos desarrollar la auto-creencia. Esa fuerza interna que nos va a permitir abordar con confianza todas las batallas que nos propongamos y, además, nos dará la fuerza para seguir aprendiendo y desarrollando aún más habilidades y fortalezas.
Si bien es cierto que no somos Dios y no podemos controlar todo nuestro entorno y circunstancia y hacer que todo suceda a nuestro antojo, sí somos “dioses” con un gran don. La creatividad. Cuanto antes aceptemos este don, y lo pongamos en práctica antes empezaremos a experimentar resultados y a ocupar nuestro lugar de mejora y aporte a la humanidad.
Un objetivo, un propósito, es solo apuntar con el dedo. El Tao Te Ching nos dice que un viaje de 1.000 millas comienza con un paso. Una vez hayamos diseñado nuestros objetivos es imprescindible que vayan acompañados de un buen plan de acción. Es decir, acciones concretas que impliquen qué voy a hacer concretamente, cómo lo voy a hacer y cuándo. El hecho de actuar nos va a permitir obtener resultados que a su vez vamos a poder comprobar y medir y que nos van a aportar información para poder seguir aprendiendo y continuar el camino hacia nuestros objetivos.
Esto debería ser suficiente para poder avanzar y conseguir con éxito algunos de los objetivos que nos propongamos de cara al próximo año. Pero, ¿qué ocurre si los objetivos que pretendemos son grandes, complejos, o encontramos dificultades para conseguirlos? En este caso, una de las mejores decisiones que podemos tomar es la de trabajar junto a un coach profesional, que es precisamente un especialista en acompañarnos en la consecución de objetivos que no podemos alcanzar por nosotros mismos.
¡Os deseo un feliz año nuevo, lleno de creatividad, aprendizaje y atrevimiento!
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