Los árbitros y los jueces deportivos no tienen una función nada fácil: decisiones rápidas, en condiciones que no son las optimas, encontrándose en muchas ocasiones solos ante situaciones muy complejas, etc. Y en muchas ocasiones, se encuentran en situaciones en las que son totalmente incomprendidos: situaciones de mucha presión en las que no se tolera su error, como si por un momento tuvieran que dejar de ser personas y convertirse en robots. Un arbitro necesita encontrar un estado psicológico óptimo cuando se encuentra arbitrando parecido al de un deportista cuando se encuentra compitiendo: motivación, concentración, decisión, regulación emocional, cohesión entre los árbitros… Cualquier árbitro, al igual que cualquier deportista, necesita control sobre sus cogniciones, emociones y conductas para conseguir un buen rendimiento en el deporte.
¿Qué puede aportar un psicólogo deportivo a un árbitro o a un juez deportivo?
Teniendo en cuenta las condiciones en las que se encuentran arbitrando, la importancia del auto-control se multiplica. Pues un momento de desconexión, por pequeño que sea, puede conllevar efectos muy negativos.
El psicólogo deportivo puede ayudar a llegar a este estado de autocontrol al árbitro, ayudándolo a llegar a un estado psicológico óptimo, que a la vez cause una mejora de su eficiencia en el campo y aumente el bienestar, tanto en la práctica deportiva como fuera de ella. En concreto, se busca que el árbitro llegue a controlar y autoregular su conducta, sus emociones y sus cogniciones.
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